martes, 26 de julio de 2011

Soledad

Cada día que pasa me siento más frío y solo. Estoy al filo de la locura. Qué demonios, estoy loco. Llevo demasiado tiempo lejos de él, sin sentir su calor, sin notar sus caricias. Me siento inútil sin tener sus manos cerca. Nada tiene sentido. El tiempo ha dejado de existir en la oscuridad que me envuelve. Ojalá pudiera llorar para expulsar el óxido que corroe mi alma. Algunas veces pienso que soy prisionero de mi propia locura. Quiero morir, quiero dejar de existir, quiero dejar de pensar…

El grito viene de fuera. Un escalofrío recorre mi ser. Algo que no puedo describir con palabras me dice que ha vuelto. Quisiera decirle donde estoy pero es innecesario. Oigo sus pasos cada vez más cerca. Una mano, fuerte y decidida, me arranca de la triste oscuridad de los últimos años. Su mano ha cambiado pero reconozco su forma de acariciarme. Siento su sonrisa reflejada en mi filo y el calor de mi dueño templa mi fría empuñadura. Otra vez juntos. Mi niño ha vuelto…

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