sábado, 25 de agosto de 2012

ZOMBIE: Una historia de amor


El otro día soñé. Soñé dormido. Porque despierto ya me paso todo el puto día haciéndolo. Pues eso. Que soñé. La jodida medicación. Me he tomado más analgésicos esta semana que en los 10 últimos años de mi vida. Soy una bomba química humana. Lo de humano me lo dice mucho mi madre. Meo de distintos colores. Algunos bonitos. Soy feliz con mis 14 grapas. Ahora veo una grapadora en casa y mis sentimientos hacia ella son diferentes. Mama grapadora. Las echaré de menos cuando me las quiten. Soy un sentimental de cuidado. Al grano.

Íbamos un grupo de personas amigables no identificadas por lo que parecía una casa destartalada, o simplemente mal decorada. Estaba relativamente oscuro. Nadie se molestaba en darle al interruptor de la luz. Yo llevaba una mochila un poco grande. Desconozco el contenido. En mis sueños no me hago demasiadas preguntas. Estoy dormido, joder. Las personas no identificadas que pretendían ser colegas iban más deprisa de lo que mi velocidad en sueños me permite, así que me había quedado el último. En una jodida casa destartalada. Relativamente oscura. Mal decorada. Y el último de la fila. Es en ese preciso momento cuando sabes que algo malo va a suceder...

Los ruidos repugnantes no vinieron exactamente de mi espalda. Pero eso no los hacía menos repugnantes. Miedo. Pánico. Pavor. No soy un héroe. Intentas buscar apoyo emocional. Mis pretendidos colegas aumentan el ritmo de carrera, dejándome su apoyo emocional a tomar por culo. Me quedé más solo que el Principito. Intenta cargarte a alguien que no sea alérgico con una flor y entenderás la metáfora. A lo lejos/cerca, una chica zombie con dos tetas enormes venía hacia mi. En los sueños, el concepto espacio/temporal es muy relativo. Pero las tetas eran grandes. Afortunadamente la chica zombie estaba regulada por una ley ISO que ajustaba su velocidad. No como la mierda esa de Walking Dead, donde hay zombies que corren como Usain Bold.


Como acostumbro a hacer en estos casos de persecución zombie, busqué una cama para esconderme debajo. Eso es lo que tenemos los grandes supervivientes, que además somos un poco subnormales. Miro de meterme bajo el catre de lado para quedar encarado y defenderme con uñas y dientes. O a salivazos. La mochila entra perfectamente a pesar de ser enorme pero mi culo queda atascado. Como ya dije antes, es lo que tiene el jodido espacio/tiempo de los sueños. La chica zombie se agacha mientras yo pataleo como una cucaracha a punto de ser aplastada por una escoba asesina. La zombie se pone a mi lado, recostada también en el suelo. Con una boca llena de dientes y encías putrefactas. Con unas tetas gigantes. Mi mano derecha agarra su cuello pero ella tiene una fuerza sobrehumana. Bueno, tal vez no sea sobrehumana del todo pero tiene más fuerza que yo, que ando escaso de músculos propios de mi especie. Cuando su boca está a pocos centímetros de mi cara en mi mente se dibuja la única salvación posible. Y hago lo que todos los idiotas hacemos en estos casos de vida o muerte violenta. La beso en los inexistentes labios...