sábado, 6 de agosto de 2011

¿Quién eres tú?

¿Me lo preguntas en serio? No creo que realmente quieras saberlo. Te costará encajarlo, créeme. Soy el jodido Centro del Universo. El Observador de todo lo que me rodea. Tú existes única y exclusivamente porque yo te contemplo. Cuando yo duermo... flop... pasas a ser nadie. Nada. No me preguntes por qué duermo. No lo sé. Y los putos empíricos, esos científicos de mierda que nos cuentan que hace 4.500 millones de años que se formó la Tierra tampoco. No tienen ni idea. 4.500 millones de años. Qué fácil es decirlo. Y ¿por qué no 5.600? ¿O 7.000? Alguien debería sacar la basura de su cerebro...

Por donde iba. Ah, sí... hablaba sobre quién soy. Porque tu lo preguntaste. Te atreviste a preguntarlo. Querías respuestas y yo voy a dártelas. Empezaré por el principio, hace 4.500 millones de años. Nos han jodido. No recuerdo apenas nada de mis primeros años de vida, salvo despertarme junto a una zulú y llorar mucho. Dormir, comer, cagar. Dormir, comer, cagar. El cerebro humano debe sentirse orgulloso de semejante logro. Mi infancia fue feliz. Feliz es la palabra. Era tan afortunadamente ignorante, tan alejado y abducido de la realidad, tan protegido por mis padres del repugnante entorno que tuve una infancia de puta madre. Creí en los Reyes Magos hasta 4º de EGB. Ahora en 4º los niños ya se la pelan con fotos de Beyonce. Yo tuve infancia, joder. Yo jugué. Yo soñé que volaba...

Mi adolescencia ya fue otra cosa. Granos. Muchos granos de pus. Me encantaba reventarlos contra el espejo. Era asqueroso. Los médicos, esos grandes pozos de sabiduría me decían “eso cuando hagas el cambio se te va”. Llevo toda la puta vida esperando el cambio. Pero volvamos otra vez atrás en el tiempo. La sangre alterada, las hormonas bombardeando mis testículos y serias dificultades para encontrar mi sentido de la orientación sexual. A los 17 años, sin haberme comido un rosco en la vida opté por una salida digna: me hice hermafrodita, que es una palabra que me gusta bastante. Yo fui unos de los primeros neandertales del frikismo pero Santiago Segura se llevo los laureles. Sin embargo, años más tarde, yo me quedaría con la mejor de sus Torrente...

Cada vez que me he enamorado me he casado y he tenido un hijo. Es un patrón de comportamiento. Nunca he dado el primer paso para eso de la paternidad. De hecho, si alguien hablaba de chupetes, yo me escondía en la nevera, en el cajón de las verduras y los cobardes. Pero eso fue hace tiempo. En una galaxia muy lejana. He aprendido que el miedo a perder lo que más amo, que paradójicamente son mis hijos, me lleva a la ira, una ira incontrolable; y la ira se transforma rápidamente en odio, un odio visceral y exterminador; y ese odio me sumerge en lo más profundo del Lado Oscuro. Lo jodido es que me siento muy a gustito en el puto Lado Oscuro. Me siento fuerte. Me hace fuerte. Si alguna vez muero, cosa que dudo mucho porque eso significaría el fin de tu existencia, me quemaré en el Infierno.

El Infierno existe. Está demostrado empíricamente... igual que el color de la piel del Tiranosaurio, la existencia de Jesús de Nazaret, la galaxia de Andrómeda (donde pienso ir a veranear en agosto si le cambio las ruedas al Trasbordador Espacial) o de qué color era la mierda que cagaba un Triceratops, por cerrar el círculo en el Jurásico.

¿Sabes? Realmente no sé quién soy. No tengo ni puta idea de para qué estoy aquí. No sé dónde voy. Y sinceramente, me importa muy poco. Lo único que sé con toda seguridad, es que soy el jodido Centro de Tu Universo. ¿Es duro, eh? Absolutamente todo... TODO... me rodea, me envuelve, gira a mi alrededor... y eso me hace terriblemente poderoso. ¿Qué quién soy? Soy aquél que te da la vida solo por el hecho de observarte... llámame Dios, si eso hace sentirte menos insignificante...

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